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El desafío de construir confianza en tiempos de crisis y conflictos

El desafío de construir confianza en tiempos de crisis y conflictos

La verdad es que no son tiempos fáciles. En el contexto de la crisis financiera internacional y los conflictos sociales en diferentes lugares del país, predomina en diferentes ambientes la incertidumbre respecto del futuro inmediato. Desde la experiencia de la Mesa de Concertación para la Lucha Contra la Pobreza, hay algo que nos da seguridad en el escenario de incertidumbre y es nuestra convicción de que en una situación así el valor más importante que tenemos es la capacidad de poder generar confianza, diálogo y concertación. En estos días los analistas de la crisis financiera internacional comentan que existe una crisis de confianza. Probablemente no es el único factor de la crisis financiera, pero es innegable que es un tema sustantivo, dado que lo que cohesiona a una sociedad y a una economía es la confianza entre las personas.

La confianza que surge del reconocimiento del valor de cada persona

Para la Mesa de Concertación construir confianza es un desafío permanente. Es la tarea en la que estamos comprometidos, no de ahora, sino desde el momento mismo de la constitución de la Mesa. Además, estoy seguro que en la trayectoria personal de cada uno de ustedes hay una apuesta que es anterior a la presencia en la Mesa: la apuesta por el diálogo y la concertación, por construir una relación de confianza basada en el reconocimiento de las diferencias y, simultáneamente, en el reconocimiento del valor intrínseco de cada persona.

La confianza que buscamos generar se sustenta en una perspectiva ética, que pone a la persona humana en el centro de nuestras preocupaciones, ha sido fundacional en la Mesa. Esta perspectiva es clave para enfrentar la crisis que tenemos por delante y las que puedan presentarse en el futuro.

Por ello, la tarea de la Mesa es insistir permanentemente que la persona humana es el centro y que desde ella, desde sus derechos y responsabilidades, hay que tomar las decisiones para enfrentar y manejar la crisis. Ese es el desafío que tenemos por delante.

Desde esa seguridad debemos mirar la incertidumbre de los tiempos actuales, no para deprimirnos, sino porque estamos seguros que con ese anclaje podremos encontrar los cursos más adecuados para manejar la crisis en el terreno político, económico, social o ambiental.

Actuar en el corto plazo con una mirada de largo alcance

 Hay que mirar el momento actual no con una mirada en el corto plazo sino con una visión de largo alcance. Y eso es difícil en un país como el nuestro, porque en buena medida la hiperinflación y la violencia nos cambiaron el sentido del tiempo. Los que tienen mayor edad, recordarán que en esos años fuimos llevados  a pensar en el día a día y no se sabía bien qué era lo que podía pasar al día siguiente.

Esa incertidumbre nos acortó el horizonte de visión. Y la pobreza, en la que viven lamentablemente  miles y miles de compatriotas,  genera el mismo efecto en la percepción de las cosas, pues salvar el día se convierte en lo más importante.

Nuestro desafío en ese terreno es no quedarnos con el día a día. Es mirar más allá de los acontecimientos inmediatos y buscar un horizonte de mediano y largo plazo, afirmando la centralidad de las personas.

En el corto plazo la concertación siempre estará amenazada. El corto plazo es el terreno de la negociación o la confrontación. La Mesa tiene que actuar en el corto plazo, sí, pero debe hacerlo mirando el mediano y largo plazo, en el cual la concertación revela todo su potencial

Lo desafíos a los que hemos respondido y lo que hemos construido

Como Mesa, el primer desafío que abordamos fue elaborar planes de desarrollo concertado, tratando de construir colectivamente en los espacios regionales y locales   una visión de largo plazo que nos comprometiera, siendo conscientes de que los sueños del largo plazo se construyen día a día.

El segundo desafío fue vincular esa visión con el presente  y la herramienta que se trabajó para ello fue el presupuesto participativo. Ese es el sentido de esta herramienta. Aislado de ese propósito,  el presupuesto participativo no tiene sentido. Su sentido está en la relación entre las decisiones de hoy y el futuro al que aspiramos. Esa es la clave.

Hemos avanzado más que eso. Hemos descubierto, hemos aprendido y estamos trabajando para que la gestión sea un componente sustantivo de la acción. No sólo tratamos de influir en un proceso de toma de decisiones, sino fundamentalmente buscamos generar un modelo de gestión que ayude a enlazar esas decisiones del corto y largo plazo, a operacionalizarlo.

Y esa ha sido también una de las características de la etapa reciente del trabajo de la Mesa. Primero, en la campaña para afirmar las  prioridades de acción  por la infancia y, luego, buscando vincular esas prioridades a una forma de gestión pública, que es lo que llamamos  la gestión por resultados.

Ninguno de estos procesos ha concluido. Son procesos en curso, en los cuales seguimos comprometidos y constituyen una fuente de aprendizajes.

Lo que aprendimos sobre el Estado y la sociedad

Hemos descubierto que la estructura del Estado que tenemos se ha construido a espaldas de la ciudadanía.  Sentimos y reconocemos que es necesario cambiar esa relación del Estado con la ciudadanía y, por ello,  hemos apostado desde un principio por un proceso de reforma  democrática, descentralista y participativa del Estado.

El Estado es la herramienta que tiene una sociedad para gobernarse y para garantizar los derechos de las personas. Y esa reforma ha sido una apuesta fundacional de la Mesa.

Hemos trabajado y trabajamos por la descentralización. El espacio de la descentralización es el espacio donde las personas  desplegamos nuestra capacidad   como sujetos,  como tomadores de decisiones en el espacio más cercano

En la experiencia de la Mesa otro tema central ha sido reconocer y asumir qué tipo de sociedad somos: no sólo somos una sociedad desigual y con pobreza, somos también una sociedad marcada por un conflicto, una sociedad post conflicto.

La experiencia de la Caminata por la Paz, en la cual todas las Mesas del país  estuvieron involucradas, fue también es un elemento organizador y articulador de nuestra historia colectiva.

La Caminata por la Paz no sólo fue un símbolo  para ese momento. Es un símbolo de lo que tenemos que hacer por delante: tenemos que caminar por todo el territorio nacional afirmando esta perspectiva de construir un país reconciliado consigo mismo: reconciliado con sus Andes, con su selva y su costa; integrado, reconociendo la diversidad. Ese es el verdadero sentido de la reconciliación.

Los comités ejecutivos y la búsqueda colectiva de opciones

Obviamente la coyuntura no es fácil. Pero que no sea fácil no debe llevarnos al desánimo. Debe más bien aumentar nuestra capacidad de iniciativa, de imaginación y de creatividad.

Hace uno días escuchaba en la televisión española  la sorpresa de los analistas porque las recetas clásicas no estaban funcionando frente a la crisis financiera. Probablemente no funcionen la mayoría de las recetas clásicas  por las características y la profundidad de la crisis, y eso hace más urgente la necesidad de imaginación, iniciativa y de creatividad para la búsqueda de opciones.

No es una tarea individual, es una tarea colectiva que debe estar abierta al diálogo, a discutir y evaluar las opciones, a mirar cómo se relacionan, a darle perspectiva a esas decisiones.

Es muy importante que nos alimentemos del mayor nivel de información. Hoy no podemos ser coordinadores o secretarios ejecutivos o promotores de las Mesas moviéndonos como nos hemos movido hasta ahora. Tenemos que escuchar más, tenemos que leer más, tenemos que discutir más.

Los comités ejecutivos no pueden funcionar tan espaciadamente. Se requiere generar espacios más continuos: espacios de diálogo, de discusión, de reflexión para la concertación. La confianza no se construye con una reunión de comité ejecutivo una vez al mes o una vez cada dos meses.

La confianza no se construye teniendo sólo el comité ejecutivo. Necesitamos grupos de trabajo que miren áreas especializadas de la acción: qué hacemos con  lo rural, qué hacemos con lo urbano, con los niños, qué hacemos con los adultos mayores;  recoger ideas, sumar fuerzas, coordinarlas. A veces lo que parece una buena solución para un tema particular, vista en conjunto, no lo es. Necesitamos ambos espacios: por un lado, los especializados y, por otro, los de conjunto, de modo de poner en diálogo ambos tipos de acciones.

Tengo absoluta confianza en el trabajo de la Mesa, tengo absoluta convicción de que éste es el camino, por más incierto que parezca. Es el camino más seguro que tenemos como país.

Nuestra tarea es facilitar el diálogo entre los actores y lograr que concerten y lleven a la práctica lo concertado. Para ello la generación de confianza es fundamental. Ese es nuestro principal criterio de éxito de corto plazo. Nuestro criterio de largo plazo será, sin duda, la  capacidad para reducir la pobreza y para integrarnos como país.

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